jueves, 23 de septiembre de 2010

Vuelo sin motor en Ocaña.

Aunque en los últimos tiempos está casi mal visto hablar bien de las empresas, yo tengo que romper una lanza en favor de la mía.

Gracias a un curso de formación, me ha dado la oportunidad de probar el vuelo sin motor, algo que, seguramente no habría probado en otras circunstancias.

Visitamos SENASA , una empresa pública dependiente del Ministerio de Fomento, dedicada a todos los temas que puede abarcar la aeronáutica, desde legislación, inspección, formación, entrenamiento y, como no, vuelo deportivo a "vela", como aquí lo llaman.

Recibimos una pequeña sesión de entrenamiento y una instrucciones básicas, nos llevan a la pista, en ella nos esperan los veleros y nuestros instructores.

Después de pasar toda la mañana bromeando y preguntado cuestiones escabrosas, cuando te ponen el paracaídas, se te borra la sonrisa de la cara.

Otra breve explicación de los relojes y mandos que tienes a tu alcance y una última orden -"de momento el único mando que puedes tocar es el volumen de la radio, luego ya veremos".

Despegamos, tirados por una avioneta de recreo nos elevamos rápidamente, bastante antes que esta. La sensación hay que vivirla al menos una vez. Lo que más sorprende es la seguridad que transmite aunque vayas en un cascarón con alas.

Ya puedo sonreír otra vez.

Aunque el día no acompaña demasiado aprovecho la placidez del viaje para tomar unas panorámicas de la zona. Ya podían haber puesto el aeropuerto en al sierra, aquí solo se ven sembrados, de todos modos desde aquí el paisaje tiene su encanto.

Una vez liberados del avión a unos 750 metros, la velocidad se reduce notablemente, los movimientos del aparato se vuelven más suaves y empiezas a disfrutar del vuelo libre. Como el día está muy tranquilo y no vamos a tener corrientes el instructor me pasa los mandos y recibo mi primera clase práctica. El manejo es sencillo, dos pedales para girar el timón y un Joystick que permite compensar el giro y acompañarlo, además de ascender y descender. Fácil y eficaz.

Me comenta el instructor que el día no es muy propicio, no en vano, el motor de estos cacharros es el sol, o al menos su energía. La incidencia de los rayos solares en determinadas zonas genera corrientes térmicas que hacen ascender el velero. Como anécdota nos comenta que se han realizado vuelos de más de 50 horas y que se han recorrido más de 3.000 kilómetros en un cacharro de estos.

Enfilo la pista y tomo dirección a la piscina, cedo los mandos, y preparamos el aterrizaje.



Por cierto, con el movil pude registrar el recorrido en el GPS,



La próxima, de nuevo, pedaleando que este deporte todavía no está en mi agenda, aunque la prueba merece la pena.

Bikeabrazos.

3 comentarios:

  1. Que pasa chavales.

    El lumbago me está impidiendo coger la bici, eso sí, lo he compensado dando una vueltecita por Ocaña...

    Bikeabrazos para todos.

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  2. Hola amore!!
    Yo casi prefiero que sigas montando en bici,porque sólo las fotos dan un poco de vértigo.
    Impresionante tus fotos y muy bien como reportero.
    Bikebesos para ti! Muaaaaaaa

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  3. Que perro, no me das envidia, noooooooo.... Como te lo montas, para cuando la excursion en barco a las islas griegas ??

    Me alegro tio, por cierto creo que me voy a dar un paseo por la playa esta mañana, a lo mejor veo a Meca !!

    Un abrazo !!

    Rober.

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