jueves, 24 de marzo de 2016

2ª etapa. Cazalegas-Sevilleja de la Jara (vía verde de la jara)

Por David.

Ruta en bici 3479598 - powered by Bikemap


 Ruta Las Rozas-Trialeras del embalse de Valmayor   2ª etapa. Cazalegas-Sevilleja de la Jara  https://www.dropbox.com/s/7dukd8071ykjzw5/20160123%20Carranque.pdf?dl=0 

Una de las consecuencias de hacerse 125 kilómetros en bici con un grupo de amigos por caminos intransitables por el barro mientras el viento sopla en contra durante gran parte de la jornada es que cuando llegas a tu destino te sientes victorioso. Y, claro, existe una ley no escrita que dice que toda victoria debe ser celebrada. Pues eso es lo que nos vimos abocados a hacer el día anterior. La cena que tomamos en el Hostal Cazalegas y los refrigerios posteriores nos pasaron factura a la mañana siguiente. Por eso he decidido empezar a narrar la segunda etapa de nuestro camino desde el final del primer día. La segunda etapa comenzó antes de que finalizase la primera, teniendo en cuenta que esa celebración nos pasó factura a la mañana siguiente.

 A las 07:30 del jueves santo comienza a sonar la alarma de algunos teléfonos. Mientras en la habitación del fondo tres personas se pelean por ser los primeros en llegar a la cafetería a desayunar, ansiosos por comenzar a rodar, en la otra habitación tres ceporros rivalizan a golpe de ronquido a ver quién apura más sobre la cama. Suenan golpes en la puerta. Joder. Nuevos golpes. Ya no queda margen. Arriba.
                
A las 08:15 estamos desayunando en la cafetería del hostal. Mientras, algunos paisanos nos miran como bichos raros mientras toman un sol y sombra. Cuando vamos a recoger las bicis sopla una fresca brisa. El cielo está despejado de nubes y el sol quiere hacerse notar a pesar del ligero aire mañanero. Hoy, por fin, hará calor.


Tras recuperar las bicis y comprobar que Ángel se esmeró especialmente con la suya (era la que más sonaba al pedalear, estaba justificado…), recoger bártulos de las habitaciones, ajustar alforjas a los trasportines y comprar plátanos y mandarinas para el camino, hacemos la foto de grupo y emprendemos el camino. Las 10:00 de la mañana. La celebración de anoche al final pasó factura.
                
Los más madrugadores rápidamente toman las riendas. Por ellos ya habríamos hecho 20 kilómetros. Pero eran las 10 y todavía no habíamos llegado a Talavera. Por una pista ancha y sin sorpresas tomamos camino a Talavera de la Reina. A nuestra derecha el embalse de Cazalegas aparece tranquilo, como una alfombra, como queriendo ofrecer su mejor aspecto de cara a estos días festivos. Al poco, tras una bajada larga por una urbanización, cruzamos la A-5 por un paso inferior con un charco enorme. Parece que en esta zona también ha llovido bastante los días de atrás. No queda otra que aventurarse por él pero enseguida nos damos cuenta de que no cubre más de media rueda. Prueba superada.

Camino de Talavera se suceden a ambos lados del camino numerosas fincas y casas de campo hasta que llegamos al pie de la antigua N-V, lugar donde hay que tomar la carretera para cruzar el río Alberche. Nosotros lo hicimos por el arcén, pero entre la valla del puente y el quitamiedos de la carretera hay un espacio peatonal por el que también podría ir una bicicleta. Nosotros no lo usamos porque la carretera iba bastante tranquila. Tras cruzar el puente hay que girar a la derecha por un camino que pasa bajo la nacional y la cruza hasta el otro lado. En esa bajada vemos que el pinchazo de Kike sigue ahí desde el día anterior. Los habilidosos dedos de Raúl no dieron con el causante de la fuga de aire el día anterior. Efectuamos la primera parada del día cuando apenas llevamos 10 kilómetros, y sabemos que en Talavera habrá que parar de nuevo para llenar bien de aire las ruedas de la bici de Kike.
                
Tomamos la senda que transita por el lado izquierdo de la N-V (yendo en dirección hacia Talavera) y pronto aparecen un carril bici y las primeras edificaciones de la ciudad. En la primera gasolinera paramos y aprovechamos para reparar bien las ruedas de la bici de Kike, arreglar las cámaras pinchadas el día anterior y recuperar fuerzas. El día anterior nos dimos cuenta que en tiradas largas es muy importante comer con frecuencia para evitar el agotamiento muscular, y en la etapa de hoy queremos cumplirlo a rajatabla.
                
La parada se extiende más de lo razonable. Realmente se está haciendo tarde y no hemos hecho todavía más de 15 kilómetros. Comienzan a aparecer los primeros gestos de preocupación. Avanzamos hacia Talavera y nos adentramos en el parque de la Alameda dejando a nuestra derecha la Plaza de Toros. Hablamos de todos esos bares de tapas que hay allí y de lo bien que lo hemos pasado en ellos. Cruzamos la N-502 por un paso subterráneo en el primer encuentro que tendremos con esta carretera a lo largo del día y, cuando transitamos por la ribera del Tajo a la altura del Parque del Cañillo, vemos que nos falta Sergio. Unos asuntos realmente importantes para él nos hacen demorarnos unos minutos más, y como quejarse no sirve de nada nos dedicamos a disfrutar del paisaje que hay junto al río.

Talavera es una bonita ciudad que bien merece una visita cultural. Los restos de su antigua muralla hacen una idea de la importancia de la urbe en otras épocas. Con vestigios de todas las culturas que han poblado la meseta desde antes de los romanos, supone un destino excelente para aficionados a la historia. Y, por supuesto, a la cerámica.

Resueltos los asuntos laborales, es hora de ponerse a rodar de verdad. Son más de las 12 y no hemos cubierto ni 20 kilómetros. La segunda etapa apunta a desastre a no ser que nos demos caña. Siempre con el río como testigo de nuestras pedaladas, nuestros nervios y alguna pequeña tensión, salimos de la ciudad por el camino del Barro. A todo esto, hace varios kilómetros que hemos retomado la senda real de Guadalupe, encontrando señalizaciones en la mayor parte de cruces que hay en el camino. Tras un giro a la derecha para coger un camino de acceso a algunas fincas, giramos a la izquierda por el Camino Retamoso que, pocos metros después, se convertirá en el camino a Calera. Esta “autopista” está llena de ciclistas que hacen el camino de vuelta. Y es que se nos ha hecho muy tarde, la gente que coge la bici para hacer los 40 kilómetros reglamentarios suele madrugar y a esas horas ya están regresando a casa.

Por fin hemos recuperado el ritmo. Antes de las 13:00 horas llegamos a Calera y Chozas. En este punto abandonamos definitivamente el Camino Real de Guadalupe ya que hemos decidido explorar la alternativa que hay a través de la vía verde de la Jara. Como ya decía Zinaztli en su entrada sobre el camino de Guadalupe, esta podía ser otra vía para acceder a Guadalupe desde Madrid y Toledo. Nosotros decidimos explorarla. Para quien esté interesado en recorrer de principio a fin el Camino Real de Guadalupe recomiendo encarecidamente que visite su blog ya que describe con todo lujo de detalles dicha ruta.

La vía verde nos sale al paso rápidamente, sin sorpresas. Decidimos parar y comer algo en una zona de descanso que hay en su inicio. Una vez hemos repuesto fuerzas, nos abalanzamos sobre el ruinoso asfalto de la pista. Pronto alcanzamos los 20 km/h, y no bajaremos de esa velocidad prácticamente en todo el día. Para quien no conozca esta ruta, la vía verde de la Jara transcurre por el antiguo trazado del ferrocarril proyectado en los años 20 y que pretendía unir Talavera de la Reina con Villanueva de la Serena pasando por la villa de Guadalupe. Aunque las obras se acometieron y llegaron a instalarse las vías en algunos tramos, el nuevo trazado ferroviario murió mucho antes de nacer como consecuencia de la guerra civil, los flujos migratorios que despoblaron el campo en la posguerra y la pujanza de los nuevos medios  de transporte (el coche). Se hicieron túneles, estaciones, se aplanó el terreno..., para que ningún tren recorriese este trayecto. Afortunadamente en la actualidad se ha recuperado para disfrute de cicloturistas como nosotros. Se lo agradeceremos eternamente a los impulsores de la propuesta.

Los primeros kilómetros no nos deparan nada interesante. A los 10 kilómetros aproximadamente nos adentramos en una finca privada, y allí comenzamos a ver las dehesas que se van a extender a lo largo de todo el recorrido. Disfrutamos del paisaje, especialmente cuando cruzamos el viaducto que salva el río Tajo. Nos encontramos sobre el embalse de Azután. Parada obligatoria a echar las fotos de rigor. 

Para entonces Ángel lleva un rato quejándose de sus rodillas. El día de ayer lo hizo pedaleando con una postura muy incómoda debido al roce de los talones con las alforjas, y hoy le está pasando factura. Ha comenzado su calvario particular. Y todavía queda mucho…

Nos olvidamos del Tajo y comenzamos a subir camino del lugar donde vamos a comer: Aldeanueva de Barbarroya. Son las 14:00 y el sol cae de lo lindo. Es jueves santo. ¿Qué pueblo de España no espera la afluencia de turistas o de antiguos vecinos emigrantes en estas fechas? ¿Qué bar de estos pueblos no cuenta con sus cámaras frigoríficas llenas de deliciosos refrigerios, de todos los tamaños y sabores? ¿En qué establecimiento hostelero no se preciarían, salvando la tradición de cada región, de ofrecer suculentos pinchos, tapas o aperitivos a los sedientos parroquianos que los demandasen? No va a ser en este blog donde se hable mal de un sitio por el que una bici haya pasado, pero sí es cierto que en este pueblo, con el potencial turístico que tiene por la vía verde, deben mejorar bastante su apuesta por ofrecer al visitante un trato mejor, al menos desde el punto de vista de la hostelería.

Tras echarnos unos “quintos” de cerveza y unos bocatas de calamares congelados y magreta de cerdo que nos vendieron como cinta de lomo, decidimos no esperar a los postres por si nos caía una perrunilla caducada y decidimos poner pies en polvorosa. Y es que son casi las 16:00 y nos quedan, según la ruta, al menos 30 kilómetros.

Retomamos el camino de la vía verde y enseguida nos olvidamos de la comida mientras nos dejamos llevar por su paisaje, por las impresionantes vistas que nos regala cada nuevo viaducto, por las dehesas de encinas, alcornoques y otras especies vegetales que rodean el camino, como por ejemplo las numerosas jaras que empiezan a ofrecer su flor blanca. 

Parece mentira que hayamos estado toda la vida pasando apenas a unos kilómetros de esta zona y que nunca hayamos reparado en ella. Y esa es otra de las críticas que, amablemente, queremos hacer desde aquí. Toda la vida pasando por la Nava de Ricomalillo, Sevilleja de la Jara, Minas de Santa Quiteria, Puerto Rey…, y nunca, repito, NUNCA, vimos una indicación, un cartel, una pequeña pista tal vez, que nos dijera que este impresionante paraje se encontraba ahí mismo, a apenas unos pocos kilómetros. En fin…


Tras 20 kilómetros en los que el perfil siempre pica hacia arriba llegamos a la estación de Campillo-Sevilleja. Allí la animación es increíble. Decenas de ciclistas con sus bicis aparcadas, familias con hijos paseando, un tren-hotel y una cafetería-restaurante hacen el resto. Parece que hay quien sí sabe sacar rendimiento al potencial turístico de la zona. Encantados por el enclave decidimos hacer una parada y tomar un refresco más que merecido. Es pronto, pero todavía queda recorrido. Siguiendo los consejos de un amable aficionado al ciclismo que nos encontramos en Aldeanueva de Barbarroya, decidimos subir desde aquí hasta Gargantilla por una carretera poco transitada a través de una subida bastante dura. Después tomamos la N-502 (volvemos a encontrarnos con esta carretera) dirección Sevilleja de la Jara donde, pocos kilómetros más tarde y al pie de la carretera nos espera nuestro hostal.

Esta vez sí que llegamos a una hora decente, no como ayer. Los dueños del alojamiento nos proporcionan un espacio donde guardar las bicis con seguridad y nos encaminamos a las habitaciones a darnos la correspondiente ducha. Hoy también nos lo hemos merecido. Con muy buen ánimo y, sobre todo, con bastante hambre, damos buena cuenta de unas raciones acompañadas de varias cervezas y algún refrigerio de más graduación. Nos queda la última etapa, sobre el papel la más dura, y los cuerpos (especialmente la zona donde la espalda pierde su noble nombre) están doloridos. Todos hemos hecho bastantes estiramientos salvo Rubén, que estaba ocupado encargándose de la logística del alojamiento. Ángel sigue ahí ahí con sus rodillas y los demás nos encontramos relativamente bien. A ver qué tal responden las fuerzas mañana.

3 comentarios:

  1. Muy bien primo. Tu pluma ha estado a la altura esperada. Una prosa aguda y unos detalles de la ruta que, gracias a tus comentarios he vuelto a recordar.

    Muchas gracias.

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  2. Totalmente de acuerdo con Rubén, al leer la crónica he vuelto a revivirla como el día que la hicimos. Momentos inolvidables

    Raúl

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  3. Un buen ejercicio reescribir una experiencia agradable. Lástima no haber recordado los selfies de Raúl para haberle dado un poco de estopa, ja ja ja

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